Antes de continuar con lo de Encontrar
trabajo: todo un camello.
Bueno,
la vida me ha cambiado bastante. Esta frase suena lógica si pensamos en que me
mudé a otro país.
Los
deliciosos aromas de mis cremas para manos, del cuerpo, cuanta pendejada que
oliera a rico y que me acompañaban cada mañana, ahora son reemplazados por las
fragancias de la lavanda, el límpido, Mr músculo (que si saca la grasa), el olor
del pasto recién cortado, la tierra seca. ……Para mí son los olores que han
determinado otro estilo de vida, uno en el que Francy se multiplicó por varias:
ama de casa, jardinera, amante (esto de ser amante lo digo muy en serio, porque lo
de convivir con alguien no es tan fácil, así que es mejor ser creativa para no correr el riesgo de que me manden a la porra), chica fashion, costurera,
supervisora de obra, periodista en busca de trabajo, todo al mismo tiempo. Una
Francy que divide su tiempo entre diversos quehaceres (más adelante ampliaré esta información.
En
Colombia era asesora de comunicaciones en una entidad del Gobierno. Mis últimos
cuatro años y medio los pasé viajando en variadas modalidades de transporte , desde el avión, la lancha,
el bus destartalado, la camioneta todo terreno que entraba por los caminos más
estropeados por las lluvias, hasta el famoso moto taxi. Siempre hablando con
campesinos, líderes comunitarios, amas de casa, niños, estudiantes….
Todos
estos recorridos alrededor del país, los realizaba con un camarógrafo con quien
captábamos las imágenes y las historias que hablaban de una Colombia diversa,
singular, pobre y luchadora que parecía estar superando la pobreza extrema y la
violencia.
Aunque
el sueldo no era el mejor, ni era famosa, ni hacia el periodismo de calidad con
el que espero ser reconocida algún día o por lo menos respetada por el gremio,
pues cumplía una gran porción de las cosas que soñé de pequeña: viajar, investigar,
entrevistar, escribir guiones para televisión, acompañar en edición y
últimamente hasta presentar en vivo las notas que realizaba: ¡del putas,
estaba en mi salsa!
Muchos
dirán: tan huevona mi amor! Entonces si tenía todo eso, ¿para qué putas se fue? Soy
una fiel creyente de que siempre es bueno salir del lugar seguro y correr el
riesgo para que la vida lo sorprenda a uno con cosas más grandes, y eso es lo
que estoy haciendo. Así que todo lo que escribo no es un lamento, ni arrepentimiento,
mucho menos es mi derrota. Por el contrario, es la expresión de una nueva forma
de vida que me ha costado trabajo asimilar y que voy narrando en la marcha,
porque la lucha continua.
Yo y mis clones
Decidí
que la vida no podía pasar mientras me quedaba a un lado viendo como ni las
bolsas de empleo, ni la distribución de mis hojas de vida, surtían efecto.
Al
principio, mientras caminé Santiago con el clon de periodista en busca de
empleo, empecé la labor de ama de casa, una verdadera y consagrada
mujer del hogar. Quien lo creyera: limpiando y cocinando, pensando en qué preparar
para el almuerzo, la cena, una receta nueva para sorprender a mi novio a su
llegada del trabajo.
Mis
amigas siempre creyeron que la cocina y en general el hogar, no eran mis
mejores aliados, también estaba convencida de lo mismo. Pero pronto
descubrí una Francy que hacía magia con los ingredientes, que preparaba más que
agua y congelados, una mujer supremamente organizada y extremista con la
limpieza.
Parece
ser que las enseñanzas de la niñez no se olvidan. Nací en el campo; tengo muy
vivo el recuerdo de mis ocho años: frente al fogón de leña muy temprano en la
mañana, encendiendo la leña para preparar el desayuno de mi papá,
mamá y dos hermanas. Huevos, fritos, tajadas de plátanos maduros, chocolate con
leche ó caldo con papas y huevos. Luego
el almuerzo: arroz, fríjoles, carne, ensalada, espaguetis, y los días
especiales, sancocho de gallina ó pescado,
jugo de frutas y para la cena un calentado con todo lo que quedaba.
La
vida del campo fue fuerte y desde muy pequeñas mi papá nos repetía la ley de la
casa: “la que no trabaje: ni come ni
estudia”. Así que trabajé con ganas.
Sin
embargo, no asistí a todas las lecciones que me preparaban para la vida como las del lavado de ropa. El
resultado, las medias y ropa interior de mi novio descoloridas, luego las
camisas. Yo sentía morir al ver su cara cada que tomaba una de las prendas
entre sus manos y con su acento francés decía: " jum, han
perdido un poco el color, debe ser este sol de Chile".
Yo,
la super chica, cambiaba de colores: ¿cómo putas me puede pasar eso si lavaba
mi ropa en Colombia? (claro en la lavadora y con agua fría) ¿De qué estarán
hechas las prendas de estos franceses? ¿Qué detergente compro? Estos eran los
interrogantes de una mujer que se estaba tomando el papel de ama de casa tan en
serio como cuando la periodista atendía las sugerencias de un jefe medio
molesto después de revisar las notas de televisión y les hacía críticas o
sugerencias.
Un
día, mis sexy panties rojos con estampados de animal print, se enredaron entre
sus pantalones café claro, el resultado: unas bellas pintas rojas que adornaban
la prenda que además acababa de estrenar. ¡Deo Meo Jesu! (expresión que escuché
en el chocó y repito constantemente), ¿qué hago? Ahí se despertó la ama de casa que navega en internet en los blogs y lugares de consulta para el
hogar en busca de una solución: ¿cómo
quitar tinta roja de una tela clara? Mujeres de varios países me dieron
cuanta formula habían ensayado: limón, agua caliente, bicarbonato y el colorido
rojo nada que se iba. Finalmente, fue el shampoo para la caspa y un poco de
leche que le dieron fin al problema. Y él, no se dio ni por enterado.
Ya
me sentía una experta en los quehaceres del hogar. Luego de ese tiempo de
aprendizaje, decidí que podía ser costurera (diseñadora de interiores, para
darle más caché) por lo que le propuse a mi novio comprar las telas para
confeccionar las cortinas, cojines y tapetes de la casa: ¿Pero
cómo, si ni siquiera tienes una máquina de coser? Fue su reacción. En ese
instante afloró la Francy artesana, la que se pagó la universidad entera
fabricando collares, aretes, cinturones y cuanta cosa ayudaba a que las mujeres
de la época se vieran más lindas. Es decir, si hice todo eso a mano, ¿cómo no
iba a ser capaz de medir, cortar y coser los accesorios de la casa?
Un
poco incrédulo, accedió a la compra de los materiales y dos meses después la
casa se vistió de amarillo, azul, morado, fucsia y animal print. Al
tiempo, en el patio trasero se fue desarrollando la Francy jardinera: plantar
árboles, arrancar la maleza que ya parecía una selva, nivelar el suelo con el
azadón, trazar el camino del centro, entre otros menesteres.
A
los seis meses, cuando parecía que ya no había mucho por hacer, mi novio recibió
una parte de su herencia por anticipado, dinero con el que compró una parcela de
5000 metros cuadrados, media hectárea en la que surgieron varios clones.
Con
esa adquisición, aprendí que debido a las fuertes sequías que se presentan en
la zona centro de Chile, el gobierno instaló unos canales de riego que
consisten en unas zanjas que se construyen en las parcelas de los campesinos y
que se llenan de agua para regar los cultivos en la primavera, verano y una
parte del otoño. Pues por ahí empecé, por limpiar con azadón y pala la maleza
del canal para facilitar la llegada del agua muy esquiva porque al parecer el
río no tiene suficiente para todos los predios. Pero no importa, siempre veo con satisfacción el lugar
limpio y libre de maleza que me costó varias ampollas en las manos.
Cuando
terminé ese “trabajito”, surgió la construcción de la casa y con ella, una
supervisora de obra. Buscar los maestros de obra, comprar los materiales de
construcción: desde una puntilla pasando por el cemento, arena, gravilla,
estabilizado, madera, vulcanita, internit, ventanas, cables para la conexión eléctrica, y una serie de materiales
que no tenía ni idea que existían.
Me
convertí en una inspectora de todas las fases de la construcción, por
supuesto, a la chilena: Las medidas, la
excavación, el radier (las bases en cemento), la tabiquería (las paredes), la
sercha (la base del techo), el techo, forrar la casa por dentro con vulcanita,
colocar la cerámica de los baños y la cocina, los pisos flotantes de las
habitaciones, forrarla por fuera en Vinyl Syding (revestimiento en plástico que
se utiliza para cubrir las casas de madera y que protege del sol y la humedad).
Unos
maestros de obra que se volvieron adictos a las arepas colombianas y que me
llaman Señora Francy, que en las mañanas escuchan pop, regaton y bachata, al
medio día folclore chileno y rematan en la tarde con corridos mexicanos y el
programa de un "hermano curandero" que les promete engordar los animales que se
les enflaquecen y exterminar las plagas que se comen sus cultivos. Hombres que me
están prometiendo la instalación de fosa séptica desde hace un mes y nada que
la terminan, que me escriben por WhatsApp para recordarme la compra de algún
material de construcción y que sueñan con terminar la casa lo más pronto
posible para que les cumpla con el asado chileno que les prometí y en el que la
carne de res los dejará sin alientos de levantarse.
Mientras
ellos terminan de construir, organizo el entorno de la casa. Me he vuelto una
experta en el uso de la orilladora o desmalezadora (máquina para limpiar terrenos), el azadón, la pala y la carretilla para
remover la tierra y escombros que dejan por ahí (oficios que me han dejado unos
bellos músculos en los brazos). Me encargo del riego de las plantas y frutales
que plantamos con mi novio y del cuidado de los cactus que cosechamos en las
montañas y cerca del mar.
Y
por último, los clones que siempre han estado ahí, los de la Francy fashion y
amante. Ellos dos van de la mano, no se separan ni por instante. Representan a
una mujer que dice: PRIMERO MUERTA QUE SENCILLA. Una Francy que sigue
combinando perfectamente el color de la blusa con los aretes sin importar si
estos son para ir a trabajar en el campo. La amante que a pesar de las
depresiones quiere seguir sorprendiendo con sus juegos de seducción a su novio y que
sopla esos carbones con mucha fuerza para que no se apaguen.
Esa
es la Francy que con múltiples clones resiste y lucha, a la que no se le olvida
que para estar linda a los 31, hay que
salir a trotar y cuidarse en las comidas. Esos dos clones se han confabulado
para recordarme que una mujer es bella cuando logra un equilibrio entre
su inteligencia y aspecto físico.
Me encanta Francy! Salir a hacer vida en otro pais es una prueba "ablanda-carnes" hasta para el mas fuerte. Lo importante es verle el lado positivo a todos los dias para asi hacer lo mejor de la situacion. En cuanto al blog, me encanta! La unica sugerencia que tengo es que le pongas algunas fotos para saber un poco mas acerca de las cosas que no nos son familiares como el sistema de riego y el piso flotante, entre otros ;)
ResponderEliminarMe encanta leerte... Tienes todo el potencial y la vida para grandes cosas. Dios te bendiga!
ResponderEliminarCasi como si la estuviera viendo. Un abrazo desde mi travesía por Australia, que apenas empieza. Ya escribiré al respecto.
ResponderEliminareste post está buenísimo, y el deos meo jesus me mató ; qué es chocó? (dices que de ahí sacaste la frase) y otra cos señora francy, quiero me cuente más de su experiencia como asesora. besos!
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